miércoles, 31 de marzo de 2010

El mundo amarillo, ALBERT ESPINOSA

"Amarillo es la palabra que define a esa gente que cambia tu vida (mucho o poco) y que quizá vuelvas o no vuelvas a ver"







Una sonrisa puede ser la mejor terapia. Aún mejor las carcajadas. Creer y crear, la mejor solución. Antes de escribir este post he hecho la prueba, he intentado explicar qué era el mundo amarillo a alguien que en su vida había oído hablar ni de amarillos ni de Albert Espinosa
No sé sí lo he conseguido, pero creo que la esencia ha quedado... Siempre y cuando se quiera entender, se quiera soñar... Se sea capaz de aceptar las respuestas. 

Entre los 14 y los 24 años, este escritor y guionista de televisión estuvo entrando y saliendo de la planta de oncología de hospitales infantiles. Tras diez años de enfermedad salió con 23 descubrimientos y una pierna menos. Lo que aprendió en el hospital es lo que ha querido mostrar en este libro, lleno de humor y de vitalidad.
¿Qué es el mundo amarillo? Es el mundo donde se conciben los sueños y en el que cada persona se construye junto a su propios amarillos. ¿Y que son los amarillos? Pues no son ni amigos ni amantes. Pero son personas que te cambian la vida, que te la transforman de arriba a abajo. 
Pero el mundo amarillo no es un espacio que habite en la imaginación. Es un lugar que se nutre de la realidad. Nuestros amarillos están en casa, en clase, en el trabajo, en la calle, en la vida... Aunque no estoy conforme con todas las premisas que, según Espinosa, deben cumplir tus "amarillos". No comparto especialmente dos: ni que los amarillos siempre y en todo caso se esfumen, ni que sean exclusiva y fetichistamente un número limitado en 23 personas. Creo que, dependiendo de la persona, los amarillos pueden ser 3, 15 o 42... Influyen muchas cosas. Y creo que, aunque en el mayor de los casos, un amarillo verdadero desaparece una vez cumplida su función, no siempre se cierra la puerta a nuevos y posibles reencuentros. 

Un amarillo es una persona que, de pronto, aparece en tu vida y te la trastoca, conecta contigo más allá de la complicidad, se convierte en tu aliado, te conoce en lo más íntimo, compartes y te compartes en un tiempo ajeno al que marca el reloj, vives experiencias muy intensas, necesitas de su contacto físico, de sus abrazos, de su ternura... y, con la misma magia con que llegó, un día desaparece.
Albert Espinosa dice que ese final es para siempre. "Tienen y deben tener caducidad. No debes ni tan siquiera enviarle un e-mail, una llamada o un sms para mantener algo vivo", explica el autor. A mí me cuesta reconocer ese punto final. Aunque es la forma más bonita de aceptar que las perdidas "son positivas".

¿De qué más habla El mundo amarillo?
1. De listas: "Creo en las listas, me encantan", explica. "No hay etiquetas, no hay reglas", matiza.
2. De energías: "las que aparecen a los treinta minutos".
3. De cuestiones: "Haz cinco buenas preguntas al día"...
4. De dudas: "Coge una libreta y apunta, apunta todo lo que no comprendas".
5. De deseos: "Junta los labios y sopla".
6. De finales: "No moriremos de cáncer, moriremos de aburrimiento".
7. Y de muchas más cosas... "Si crees en los sueños, ellos se crearán".

El mundo amarillo
ALBERT ESPINOSA
2009 DeBolsillo, 168 páginas.
lunes, 8 de marzo de 2010

Mil soles esplendidos, KHALED HOSSEINI

"Ah, y también te pido que te pongas burka cuando salgas conmigo a la calle. Para protegerte, naturalmente. Es lo mejor, Ahora hay muchos hombres libinidosos por la ciudad."
"Se prohíbe cantar, se prohíbe bailar (...). Si tenéis periquitos, seréis azotadas. A los pájaros se les dará muerte".




Miriam tenía cinco años la primera vez que se dio cuenta que no sería respetada, ni como mujer, ni como persona. Laila nació en otra época, cuando en Afganistan la mujer sí optaba ya a una educación y los padres soñaban con ver crecer a sus hijas en libertad. 
Pero sólo eran sueños que ni siquiera hoy pueden materializarse.
Miriam nació en 1959; Laila, en 1978. Apenas hace 50 años, apenas 30. Las convulsiones de un país en constante lucha vistas desde la perspectiva personal, desde la mirada de mujeres unidas por las circunstancias, por los zarpazos de las guerras. 
Mil soles esplendidos es un tratado de amistad y de supervivencia. De ilusiones rotas con el caer de las bombas y del imprescindible rol de la mujer, incluso cuando se le impone estar oculta detrás del velo. 
Su autor, Khaled Hosseini, goza de bastante popularidad tras el éxito de su anterior novela, Cometas en el cielo. Nacido en Kabul, cuando tenía 15 años se exilió junto a su familia a Estados Unidos, un año después de la invasión soviética de Afganistán.
El rechazo que a veces provoca de cara a su posterior lectura el ver convertida una historia en best seller (como ha sido ésta), se disipa en las primeras páginas, cuando te provoca una absorción inmediata. Una intimidación absoluta que no te deja frío, una realidad que te aterra.

Lo más conmovedor es la descripción de la cotidianidad debajo del bombardeo, como si morir fuese más lógico que vivir: "Luego se estrelló contra la pared y se desplomó. Sobre su rostro y sus brazos cayó una lluvia de polvo, piedras y cristales". El dolor con apariencia de sencillo.
Miriam y Laila son dos mujeres fuertes que ven entrecruzarse sus vidas. Más allá de un individualismo, las circunstancias las convierte en hermanas, cómo única arma para enfrentarse al miedo, hacerlo juntas. Cuando Miriam y Laila están convencidas de que ya no pueden más, saben aún dar otro paso hacia delante; cuando el lector queda al borde del abismo incapaz de sostenerse sin caer, la historia vuelve a dar otro vuelco. "No puedo", dice Laila. "Pues no te queda más remedio", le responde Miriam.


Mil soles esplendidos
KHALED HOSSEINI
Traducción: Gema Moral Bartolomé.
2007 Salamandra, 380 páginas.
lunes, 1 de marzo de 2010

El léctor, BERNHARD SCHLINK

"Pero cuando me siento herido vuelven a asomar las antiguas heridas, cuando me siento culpable vuelve la culpabilidad de entonces, y en los deseos y las añorranzas de hoy se ocultan el deseo y la añoranza de lo que fue. Los estratos de nuestra vida reposan tan juntos los unos sobre los otros que en lo actual siempre advertimos la presencia de lo antiguo, y no como algo desechado y acabado, sino presente y vivido."




Hanna observa atentamente a Michael. Analiza los movimientos que el chico hace con su boca al narrar: la lengua, los labios, la mandíbula… cómo son colocados para permitir la nítida salida de la voz, la exacta modulación del sonido, la melodía de sus palabras, el ritmo que impera. Se detiene también ante su gesticulación y sus movimientos: con una mano, Michael sujeta el libro que lee; con la otra, da viveza al relato. Adopta el cuerpo, lo mimetiza con la narración. Está desnudo. En su desnudez, Hanna estudia también la emoción: cómo se eriza la piel, cómo surcan las lágrimas, cómo nace el sudor. También Hanna está desnuda. Entre ellos, entre sus cuerpos, las voces de la literatura. Él lee y ella escucha atenta cada palabra, el significado exacto y evocativo de cada argumento. Imaginan, recrean, sienten. La lectura les une y la escena es tan sensual como la que protagonizan cuando cierran el libro.

La imagen descrita puedes imaginártela o puedes verla. Leí primero el libro y después vi la película. Ni el uno ni la otra decepcionan. Al contrario, el libro es un texto magnífico, una novela maravillosa, arrasadora. Y la película es una recreación que nada tiene que envidiarle. 

Michael es un adolescente novato de quince años con una salud endeble. Hanna es una mujer de 36 años, revisora de trenes, con demasiados secretos. Un día, a la vuelta del colegio, él se siente mal, y ella, una mujer desconocida hasta entonces, lo cuida y lo acompaña a casa. Empiezan así una historia de amor, sexo y literatura.

Un día, ella desaparece. El chico siente que el mundo se acaba, pero el mundo siempre sigue. Pasan los años. El chico se convierte en un estudiante de Derecho. Es la Alemania de finales de los años cincuenta, marcada por la Segunda Guerra Mundial. Estudiando leyes, Michael acude como observador a los juicios contra criminales de guerra. Se acusa a varias mujeres de haber trabajado para las fuerzas SS como carceleras de los campos de concentración de Auschwitz. Hanna es una de las acusadas.

¿Hasta qué punto somos capaces de perdonar? ¿El amor puede competir con la moral? ¿Se puede confiar al cien por cien en las personas que queremos? ¿Según qué parámetros se debe juzgar el pasado? ¿Hasta dónde se puede guardar un secreto?

Cuando leí El lector, novela escrita por Bernhard Schlink, me pareció una obra redonda, exquisita, precisa. Me encantó. A la adaptación cinematográfica no entré demasiado convencida, salí exhausta, maravillada. Me pareció una película preciosa, nítida, clara. Emocionante. Y la interpretación de Kate Winslet, impresionante. Ruda y frágil, fuerte y sensible. Una actuación fantástica.
Literatura e historia entremezcladas. Pasado y presente quedan como tiempos enlazados dejando muchas preguntas sin resolver.

El léctor
BERNHARD SCHLINK
Traducción: Joan Parra Contreras.
2000 Anagrama, 203 páginas.
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